jueves, 30 de octubre de 2014

La mano tonta


Esta es mi vida desde hace unos días: dos férulas y un vendaje hasta medio brazo. Para que después digan que trabajar con niños es algo tranquilo y no hay que pagar plus de peligrosidad. ¡Jà!

Todo esto tiene su parte divertida, ya que cada día me invento una burrada más grande para decirles a los críos que me preguntan por mi desgracia. Ahora se dedican a discutir que versión creerse, si la de que me ha atropellado un tractor o la de que me bañé con pirañas. Creo que por ahora gana el tractor.

La realidad, por desgracia, es mucho más triste y deprimente: mientras le señalaba a un compañero donde estaban las aulas de tercero, una pelota de basquet lanzada con muy mala leche se llevó mi mano por delante. Esa misma tarde mi dedo empezó a parecerse a una morcilla gorda y me tuve que plantear si arrancarme el dedo o ir al médico a que me torturasen a ver que es lo que iba mal.

El traumatólogo dictaminó que tenia una fractura parcial y una capsulitis en el índice, y una tendinitis en el pulgar. Si es que cuando me lo propongo -le dije- hago las cosas como Dios manda. A la enfermera no le hizo tanta gracia cuando le dijeron el invento que me tenía que poner en la mano.

El problema de esta situación es que uno no se da cuenta de lo mucho que usa los dedos de su mano tonta hasta que ya no están ahí. Que no me quejo, ojo: gracias a este magnifico vendaje he desarrollado habilidades nunca antes exploradas. ¿Habéis probado alguna vez de ataros un cinturón o el sujetador con una mano? Eso, señores, es todo un arte. Pero esas cosas son de principiantes. Uno se gradúa en modo experto en el momento en que es capaz de cortarse la carne y atarse la cremallera de una chaqueta sin ninguna ayuda.

Después está el momento en que intentas ser independiente y apañarte por ti mismo, y das tal grado de pena que tu madre acaba diciéndote "¿Quieres que te peine yo?". Porque eso es algo que hay que asumir: soy incapaz de hacerme una triste coleta, y plancharme el pelo es todo un reto.

Como decía al principio, esta es mi vida desde hace unos días. Por suerte el sábado ya me podré quitar la férula del pulgar, y si todo va bien, la semana que viene me quitan la otra. No os imagináis las ganas que tengo de que llegue ese día.

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